El Colmillo del Dragón.
Nota del autor: Una vez más, nos encontramos con otro ejercicio para el taller de escritura impartido por la Escuela de Escritores de Madrid que estoy realizando en mi biblioteca pública habitual. En esta ocasión, el ejercicio se trata de escribir un relato, de no mas de 800 palabras, de fantasía y magia. Bueno, es un género en el que me siento cómodo, pero el límite de las 800 palabras máximas ha sido un reto para una temática como la fantasía y la magia. Ya el hecho de presentar un solo personaje, se come esas 800 palabras. En fin. Espero que os guste.
-El Colmillo del Dragón-
Conrado, el gran caballero paladín del reino de Eldnar, se encontraba en la taberna El Colmillo del Dragón, aguardando la llegada de su compañía. Mañana iniciaría su campaña para lograr al fin derrotar a la malvada hechicera. Sentado en la última mesa del establecimiento, la menos iluminada, colmada de jarras de cerveza vacías que apenas dejaban ver su torso, apuraba la última. Alzó su mano en demanda de atención por parte del tabernero, indicando con gesto de pulgar hacia su gaznate traer nueva bebida, al tiempo que vio cómo entraban por la puerta Merlón, el mago gris y Léganes, el mejor arquero montaraz de todo el reino.
—¡Por todos los dioses de Eldnar! ¡Compañeros! ¡Estoy aquí! Esperaba ansioso vuestra llegada. Sentaos junto a mí mientras esperamos la llegada de Ragnir. Siempre se hace de rogar, ese maldito enano, ya puede estar ardiendo el mismísimo trono del rey, que él llegará tarde… Claro que luego recuerdo la cantidad de veces que me ha salvado la vida y se me pasa. Eso le da licencias al bribón.
Merlón y Léganes se extrañaron un poco al notarlo en un más que evidente estado ebrio. El asunto a tratar debía ser muy serio, ya que Conrado era hombre cabal y no se dejaba seducir por Baco tan fácilmente.
—Bueno, mientras esperamos a que llegue ese maldito enano, os iré adelantando el asunto antes de pedir la siguiente ronda. Mis espías, tras arduas incursiones y laboriosas investigaciones por campos y aldeas, han logrado localizar el castillo de la malvada hechicera Vélmora, La Tejedora de Pesadillas. Presto he reunido a mi ejército que aguarda mi llegada en la loma del Monte del Llanto y os he llamado, como hombres de mi confianza, para que me acompañéis en aquesta empresa uniendo vuestros ejércitos al mío. ¿Cuento con vosotros?
—Sí, supongo que sí —dijo extrañado Merlón—.
—Sabía que podía contar contigo. ¡Brindemos por ello, Merlón el encantador! ¡El más grande de todos los magos y hechiceros! Aún recuerdo aquella vez, ¿te acuerdas? Cuando mataste a Ignisferno, el gran dragón legendario que custodiaba el acceso del paso a las grandes Cuevas del Santuario del Fuego, en las tierras baldías de Valcumbre.
—Sí… Claro —titubeaba Merlón—. ¿Cómo olvidarlo? Me acuerdo que lo derroté con mi poderoso hechizo de fuego.
—De hielo, Merlón. Hechizo de hielo. ¿Cómo vas a derrotar al fuego con fuego? ¡Hielo!
—Eso digo, hielo.
—¡Ay qué ver! Tan sabio y con tan mala memoria. ¿Qué me dices tú? Joven Léganes. El más virtuoso con el arco. ¿Recuerdas aquella vez en el largo asedio de Eldoria? ¿A cuántas mantícoras mataste con una sola de tus flechas encantadas? ¿Cinco? ¿Diez?
—¡Quince! Voto a bríos. Fueron quince de esas malditas que ensarté con mi flecha mágica —respondió entusiasmado Léganes—.
—¡Llenemos pues nuestras jarras! Brindemos por los viejos tiempos y por los que están por llegar.
Merlón se acercó al tabernero para realizar la petición de bebida y aprovechó, a pie de barra, para preguntar.
—Oye, ¿sabes qué le ocurre a Conrado? Parece desvariar más de lo normal, ¿no?
—Lleva así desde esta mañana. Ha debido ser por la noticia que le dieron ayer por la noche, según me ha podido contar antes de que se le durmiera la lengua y la sesera por el alcohol.
—¿Qué noticia?
—Ya sabes. Nuestra Reina Isabel de Castilla va a iniciar una campaña para reconquistar Granada. Su señor lo ha reclutado y está muy deprimido. Conrado es granjero, no soldado. Su noble anda escaso de cupo y ha decidido mandar a filas a todo hombre que pueda empuñar una espada. Lleva una buena mirla. Le ha dado por fantasear con reinos, dragones y mazmorras. Ya sabéis que a vuestro amigo siempre le han apasionado las novelas de caballería. ¡Pobre diablo! Mañana se une a las filas. Seguidle un poco el juego. ¿Quién sabe? Puede que sea la última noche que lo veáis con vida, Dios no lo quiera. Tomad. A estas invita la casa.
- Fin -
Taller de escritura.
Otra forma de contar la realidad.
Tarea 3. La fantasía.
James M Brown
Hola.
ResponderEliminarHe llegado aquí a través de Bloguers y qué encantador descubrimiento. Disfruté mucho el relato y tu forma de narrar. Me quedó como seguidora del blog, pendiente de más historias.
Que tengas un estupendo día.
Saludos.
Muy buenas, Gisela. Bienvenida al Scriptorium. Muchas gracias por tu visita y comentario.
EliminarCelebreo que te haya gustado y más aún que te quedes para futuras entregas de mis relatos.
Espero que los disfrutes. Te deseo también un fabuloso dia.
Recibe un cordial saludo.
James MB.