Suspiro

"Suspiro"

"Suspiro"


Suspiro. 
Versión del microrrelato original.

De pronto vino a su memoria la sonrisa de aquella niña en el patio del colegio, aquella bicicleta por su duodécimo cumpleaños, aquella vez que se enamoró mil y una vez, la primera vez que hizo el amor, aquella vez que estrechó su mano junto a la de su primer y único hijo, ahora observaba como en una ráfaga de segundo crecía, maduraba y se marchaba de casa en busca de su camino. Recordó aquella tarde de paseo junto a su anciana esposa, se vio postrado en la cama. Cerró los ojos para siempre.


Suspiro. 
Versión Extendida

En el rincón de su mente, los recuerdos danzaban como hojas al viento. Cada imagen, un fragmento de vida, tejido en la tela de su existencia. La sonrisa de aquella niña, inocente y radiante, en el patio del colegio. La bicicleta que le regalaron en su duodécimo cumpleaños, sus piernas pedaleando hacia la libertad. El amor, un torbellino de emociones, mil y una veces enamorado, mil y una veces desengañado, cada encuentro único y eterno, cada adiós un dulce amargor.

La primera vez que hizo el amor, un temblor de piel y corazón. Dos almas entrelazadas, descubriendo secretos en la penumbra. Y luego, la mano de su hijo, pequeña y confiada, apretada junto a la suya. Los años pasaron, y esa misma mano creció, se soltó y se alejó en busca de su propio camino.

Recordó también la tarde de paseo junto a su anciana esposa. Sus cabellos plateados al viento, risas compartidas, historias entrelazadas. El amor, como un vino añejo, mejoraba con los años. Pero ahora, en la quietud de la habitación, se veía postrado en la cama. Las arrugas marcaban su piel, y sus ojos, cansados pero llenos de vida, contemplaban el horizonte invisible.

Cerró los ojos para siempre. El ciclo de la vida, un viaje de luces y sombras, de risas y lágrimas. Y así, como las estaciones que se suceden sin cesar, él también se desvaneció en la eternidad, dejando atrás los recuerdos que danzaban en su mente, como hojas al viento.

Que su último suspiro sea un eco de gratitud por todo lo vivido, por cada sonrisa, cada lágrima, cada amor. Porque en ese instante, en la quietud de la despedida, encontró la paz que tanto anhelaba. El ciclo se cerró, pero la esencia de su vida perdurará en el tejido del tiempo, como un susurro en el viento, como un eco en el corazón de quienes lo amaron.

Nuestro paso por este mundo es efímero, pero nuestra eternidad está en los recuerdos de quien dejamos.



JM Brown.


Comentarios

  1. Suerte que no nos reencarnamos. Sería casi obsceno que siempre fuéramos los mismos.

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