Recuerdo Remoto.




Recuerdo Remoto
Capítulo 1. El gran día


Apenas había dormido aquella noche. Su trabajo casi estaba a punto. Una jornada más en el laboratorio podría bastar para concluir su proyecto. Puso el café a calentar y tomó una ducha fría, nada mejor para despejar la mente y el cuerpo. Tomó su taza y se acercó a la ventana como cada mañana, esa eterna mañana repetida. Al fondo, la ciudad como paisaje. Eternos edificios despuntaban el cielo en la fría madrugada acompañados de la casi enfermiza coreografía de los aerodeslizadores. 

"Un perfecto caos en armonía" pensó Conrad, mientras daba el último trago de su café. Tomo su tarjeta llave del apartamento, así como su tarjeta de identificación, su chaqueta raída y descolorida que con el tiempo y como le decían sus compañeros de cerveza y bar, parecía que formara parte de su cuerpo, "me trae suerte" solía contestarlos Conrad, harto ya de la misma cantinela y broma pesada eternamente repetida, como la misma madrugada.

El elevador no tardó en bajarlo desde el nivel 45 a la planta inferior que daba a la salida de su edificio. Se subió el cuello de la chaqueta para disimular el frío y comenzó su peregrinaje de camino al transporte subterráneo. 

Conrad no es que nadara en la abundancia en cuanto a la economía personal se refiere, pero lo cierto es que podía permitirse un medio de transporte algo más acorde a su cartera, evitando en lo posible coger el subterráneo. Pero le gustaba tomarlo. Era un modo nostálgico de recordar su planeta de origen, su querido planeta Tierra.


"Un perfecto caos en armonía" pensó Conrad



No es que Titán, su actual residencia planetaria, lo hubiera tratado mal, pero los recuerdos mandan y las raíces no se olvidan a la ligera. Por mucho que este nuevo planeta le ofreciera todo lo que podía desear, su recuerdo por la Tierra era patente. Qué menos que agarrarse a lo que fuera, por ejemplo el subterráneo, o el café de la mañana o cualquiera de esos pequeños detalles de la rutina de su vida que lo recordara a su lugar de origen.

Su laboratorio no se encontraba muy lejos de donde vivía. Eso permitía a Conrad apurar minutos de almohada cada mañana. Pero esta vez, se había producido una excepción en su horario. Con un poco de suerte, podría terminar hoy su analizador de biomasa, si los resultados satisfacían a sus superiores y estos a su vez convencieran de su logro a la junta directiva, el éxito y las ansiadas vacaciones en la tierra estarían cada vez más cerca. 

Además, que tanto secretismo y protocolos de seguridad habían terminado por volverlo paranoico. Imaginaba la cara de sorpresa de su superior y supervisor de proyecto, cuando le mostrara su resultado, muy lejos de lo que habían solicitado a Conrad que investigara. 

Acaso no le hablaban siempre de la capacidad que tenía que tener un trabajador de retarse a sí mismo, de innovar, de probar nuevas vías...pues ¿Dónde estaba el problema? Conrad había hecho aquello que le dijeron, salvo un pequeño detalle. Su proyecto distaba mucho de lo que le habían pedido, quizás, demasiado. También podría ser un motivo del desvelo. 

Lo que en un principio iba a ser un sistema compacto de emisión de partículas concentradas, que fueran capaces de perforar cualquier material conocido en los cinco sistemas, con fines militares, acabó siendo un analizador de partículas de biomasa, capaz de calcular en tiempo real, todas y cada una de las características biomoleculares de cualquier ser vivo de los cinco sistemas, con inmediata aplicación sanitaria. En prácticamente segundos, el cacharro que había fabricado podría analizar cualquier paciente y diagnosticar cualquier enfermedad o deficiencia genética en décimas de segundo a nivel subatómico. Lo único que compartían en común, el proyecto solicitado y el proyecto realizado finalmente por Conrad, es que efectivamente era compacto. El analizador se montaba en un visor que se ajustaba perfectamente a la cabeza del individuo. 

Conrad, se sentía satisfecho con su trabajo. Le importaba poco la opinión de su supervisor, estaba convencido, que la junta directiva sabría apreciar el fruto de sus investigaciones y el resultado material de las mismas. Pero no dejaba de preocuparle ese interés de todo el mundo por ofrecer a los mundos aplicaciones militares… “Que los jodan” se dijo.

Antes de presentar el analizador de biomasa portátil en "sociedad", la curiosidad que caracteriza a cualquier investigador, le hizo deseoso de probar el fruto de su propia cosecha antes que los intereses comerciales se echaran sobre él. Era justo ser el primero en probar la máquina que tanto trabajo le había llevado. Al llegar al laboratorio, no se lo pensaría dos veces.

Llegar al laboratorio no era algo sencillo, ni siquiera para los propios trabajadores, por muy perfectamente autorizados que estuvieran. Varios anillos de seguridad debían ser cruzados antes de llegar al sector de I+D de la compañía Délaco. 


Continua con el capítulo 2:
Laboratorio: Día de pruebas

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